Basta de paz y derroche

Con las últimas elecciones municipales, algarabía por nuevos cambios y candidatos posando para todas las cámaras, es necesario entender las necesidades de cada comuna por un real cambio.

                Uno de los más grandes problemas en la comuna de Recoleta, es la ineficacia del cuerpo de Paz Ciudadana y la cantidad de dinero que se requiere para mantenerlos en su ridiculez. Las promesas ofrecidas por Gonzalo Cornejo hace cuatro años, no han dado resultado alguno. No hay más seguridad, gestión, ni ha bajado la tasa de delincuencia, proliferando ésta en los barrios más olvidados de la comuna.

                Desde que fue implementada, Paz Ciudadana no ha hecho más que perder el tiempo en la comuna. Al no estar entrenados, ni tener atribuciones suficientes, los efectivos no pueden intervenir o detener a delincuentes. No pueden esposarlos, detenerlos ni tomar cartas en el asunto. No son respetados en los barrios  y francamente es triste verlos dormir en sus patrullas, acercando a sus amigos al trabajo,  simplemente conversando, mientras no existe cambio alguno en la seguridad de la comuna.  

          

                Es por esto que me dirijo a la actual alcalde, Sol Letelier, para hacerla entender, que si desea un verdadero cambio por el bien de la comuna, es necesario que cierre esta falso organismo de seguridad y reinvierta el dinero derrochado, (más de 400  millones de pesos al año) y así, dejar su municipio con dignidad. No espere que la gente la perdone por cierres de consultorios y poca preocupación por la educación. Pero al menos habrá hecho algo realmente bueno por la comuna.

                Daniel Jadue, alcalde electo, tiene como objetivo el regularizar la situación de Paz Ciudadana y según el compromiso que ha mostrado para con la comuna, por tercera vez, es necesario que cumpla su promesa. Necesario es el solucionar el problema y gestionar algún sistema de protección válido para la seguridad en Recoleta. La ciudadanía está cansada de no poder tomar el asunto por las riendas. Esperemos entonces el que no sea necesario llegar a medidas extremas, como por ejemplo, dormir con la pistola bajo la almohada.